Esa es la visión del fundador de *b.fab, Frank Kensy, que ha realizado varios avances que sugieren que el proceso convencional de conversión de CO2 en proteínas, defendido por otras empresas emergentes como Deep Branch (ahora AerBio) o Novo Nutrients - es más difícil de implantar debido a los riesgos de explosión.
Ingeniero bioquímico, con casi 25 años de experiencia en el sector de la biotecnología, Kensy tuvo su momento eureka mientras realizaba un doctorado en microbiorreactores.
"Los biorreactores estándar son muy laboriosos y engorrosos, así que busqué una solución más sencilla"
Logró suficientes avances como para crear su propia empresa, dedicada a la venta de dispositivos para supervisar y acelerar el desarrollo de bioprocesos en microbiorreactores (tecnología BioLector), lo que le proporcionó valiosos conocimientos sobre una amplia gama de aplicaciones en el ámbito de la biotecnología y, tras vender su empresa original, Kensy decidió dedicar sus energías a crear una nueva empresa dedicada a la utilización de CO2.
"Encontramos una tecnología en Israel que convierte el CO2: en el primer paso por electroquímica, juntando CO2 y electricidad en un electrolizador, para producir ácido fórmico. Esta es la principal materia prima para nuestro bioproceso, en el que las bacterias convierten este ácido fórmico en proteínas", explica.
"Es muy sencillo: se necesita una fuente de CO2 y una fuente de electricidad renovable para producir el formiato. A continuación, el formiato producido se introduce en un biorreactor y se deja que las células bacterianas crezcan en el formiato. Finalmente, generamos una alta densidad celular que se centrifuga y, en un último paso, la biomasa se seca en un secador por pulverización para obtener la proteína unicelular", añade.
Aunque el producto final no es particularmente único, el proceso tiene dos ventajas significativas sobre los procesos convencionales.
"Producimos la proteína utilizando sólo CO2 y electricidad. La principal diferencia es que tenemos una vía propia que es más eficiente que las estándar y nuestra materia prima para la fermentación es un líquido", subraya Kensy.
"Esto facilita bastante la fermentación: se puede introducir el líquido en biorreactores estándar y no tenemos los problemas derivados del uso de gases presurizados y explosivos. En estos casos, las medidas de seguridad requieren sensores adecuados, controles y reactores resistentes, lo que aumenta los costes de producción", añade
En cuanto al tiempo de producción, Kensy dice que normalmente se tarda alrededor de una semana en producir un lote (alimentado) de proteína, pero añade que su objetivo es producirla en modo continuo, con una entrada y salida continuas de materia prima y proteína respectivamente, haciendo que la producción sea lo más eficiente posible.
El producto final
La proteína resultante es, según Kensy, similar a la harina de pescado y a la harina de soja en cuanto a su perfil de aminoácidos, mientras que tiene un mayor contenido proteico total que las otras dos, llegando hasta el 80 por ciento.
Aunque podría utilizarse para alimentar a una amplia gama de animales, su objetivo es la acuicultura debido a su rápido crecimiento y a su demanda de fuentes de proteínas más escalables y sostenibles.
"Tenemos una fuente libre de deforestación, que ni siquiera necesita tierra cultivable y que puede apoyar en gran medida el crecimiento de la industria", reflexiona.
Y, en términos de coste, Kensy prevé que la proteína será eminentemente asequible.
"Ya hemos calculado que, como mínimo, podemos alcanzar la paridad de precios con la harina de pescado y que ésta será menor con el tiempo. Nuestros principales costes serán los de la electricidad, y los precios están bajando en general, cuantas más plantas de energía renovable se instalan, y en algunas regiones ya son muy bajos", explica.
También espera que los productores de piensos acojan con satisfacción los volúmenes adicionales que podría crear su proceso.
"Ante el estancamiento de la harina de pescado, podemos instalar nuevas plantas y aumentar la productividad para garantizar el suministro"
En cuanto a la ubicación, Kensy mantiene la mente abierta, siempre que los emplazamientos tengan acceso a suministros fiables de energías renovables, así como a alguna industria pesada que proporcione el CO2.
Reacción de la industria
Kensy sólo ha tenido conversaciones tentativas con productores de alimentos acuícolas hasta ahora, pero dice que su reacción ha sido positiva.
"A ellos les gusta el proyecto
"Les gusta, pero tenemos que entregar más volúmenes, cumplir más especificaciones y realizar ensayos de alimentación; aún nos quedan deberes por hacer para cumplir sus normas y especificaciones", reflexiona.
Como parte del actual acelerador Crest de Hatch Blue, Kensy ha tenido la oportunidad de reunirse con más productores de alimentos acuícolas, así como con salmón y gambas - con viajes programados a Hawai y Noruega, seguidos de Singapur y Vietnam como parte del programa.
"Nos alegró unirnos a Crest porque nos brindaba la oportunidad de conocer mejor el sector de la acuicultura. Entender sus retos y trabajar estrechamente con ellos", observa.
Hitos y retos
Kensy ideó por primera vez el concepto de b.fab en 2018, lo tradujo en una empresa operativa en 2021 y al año siguiente ya había desarrollado un proceso demostrable para producir una serie de productos individuales: proteínas, aminoácidos más específicos, biopolímeros, ácido láctico, ácido crotónico y ácidos grasos.
"La producción de nuestra proteína es la más avanzada, pero aún está a escala de laboratorio; ahora tenemos que pasar a escala piloto, primero con la proteína y después con algunos de los otros productos", afirma.
Una vez que hayan producido un volumen significativo de proteína, Kensy está deseando empezar los ensayos de alimentación, cuyos resultados espera tener en un año, gracias a la rapidez de su tecnología.
"La primera ampliación a la planta piloto sólo llevará tres meses. La ventaja de nuestra tecnología es que podemos utilizar centros de escalado estándar para producir varios kilos, suficientes para las pruebas de alimentación. Primero nos centraremos en el mercado del salmón y después en el de camarón", señala
Aunque Kensy elogia a los miembros del equipo actual -Armin Kubis, responsable de biología sintética; Florent Collas, responsable de ingeniería de procesos; y Tim van der Linden, director financiero-, también es consciente de que será necesaria una expansión cuando haya más producto disponible.
"Contamos con toda la experiencia necesaria para desarrollar el proceso, ampliarlo y comercializarlo, pero tendremos que contratar a gente para ampliar nuestra experiencia en el mercado", afirma.
"Tenemos que ampliar nuestra experiencia en el mercado"
Listo para invertir
Para escalar y lanzarse al mercado actualmente busca recaudar varios millones de euros y tiene un mensaje claro para los posibles inversores.
"Nuestra ventaja es que nuestros competidores trabajan principalmente con gases y necesitan biorreactores específicos, pero nosotros tenemos una materia prima líquida que se puede utilizar en biorreactores estándar en plantas existentes. Eso significa que nuestra ampliación puede ser mucho más rápida. Y nuestro lanzamiento al mercado también puede ser mucho más rápido. Esa es nuestra oferta a los inversores", señala Kensy.
¿En cuanto al modelo de negocio?
"En lugar de construir directamente nuestra propia planta de producción, podríamos trabajar primero con las OCM o comprar plantas existentes. Si los productores de piensos ya tienen sus propias plantas de fermentación, podríamos darles las cepas y los procedimientos operativos estándar y ellos mismos podrían producirlo", dice Kensy.
"Queremos licenciar la tecnología a los productores de piensos, queremos ser el proveedor clave de licencias para todo el sector de los piensos acuícolas y ofrecerles una solución sostenible y a largo plazo. Más adelante, queremos ampliar nuestra cartera de productos y expandir nuestra plataforma única de biomanufactura a otros campos como el sector alimentario, químico y cosmético", concluye.
*b.fab forma parte de la cartera de inversiones de Hatch Blue, pero The Fish Site mantiene su independencia editorial.
*b.fab forma parte de la cartera de inversiones de Hatch Blue, pero The Fish Site mantiene su independencia editorial