Así lo creen Kim Kristensen y Joost Wouters, respectivos directores ejecutivos de Arctic Seaweed y The Seaweed Company, que hablan desde la experiencia tras haber dedicado 15 años entre los dos a crear las empresas que esperan puedan ayudar a crear un sector viable.
La colaboración es la mejor manera de mantener el impulso
Aunque al principio ambos se sintieron obligados a integrarse verticalmente, debido a la escasez de otros actores en el sector, ahora están unidos en la creencia de que la colaboración es la mejor manera de mantener el impulso - y acaban de firmar un memorando de entendimiento para subrayar este punto, lo que permite a cada uno jugar a sus puntos fuertes.
"Después de seis años, decidimos concentrarnos en el procesamiento y la comercialización. Otros, como Arctic Seaweed, nos habían superado tecnológicamente en el cultivo", reflexiona Wouters
"Estamos complementando los puntos fuertes de cada uno y podemos ver cómo se forma el ecosistema. The Seaweed Company se quedará con las algas y nosotros podremos centrarnos en seguir desarrollando esta tecnología", coincide Kristensen
"Tenemos el mismo ADN, el mismo espíritu emprendedor y la misma motivación. Así que decidimos crear alianzas y colaborar con Arctic Seaweed para construir juntos la cadena de valor. Kim y su equipo nos apoyarán avanzando aún más en la producción de algas marinas y nosotros nos encargaremos del resto", añade Wouters.
Un ensayo consistió en enviar algas cultivadas por Arctic en Noruega a la nueva planta de procesamiento de The Seaweed Company en Irlanda, que esta última procesó y vendió
"Probablemente sea la única manera de hacerlo, porque hacerlo todo uno mismo supone quemar mucho dinero en validar tantas cosas inciertas", reflexiona Wouters.
Las historias de origen
Wouters y Kristensen aportan distintas perspectivas a las algas, ya que proceden de trayectorias profesionales muy diferentes.
Wouters pasó la mayor parte de su carrera trabajando para grandes empresas, entre ellas Coca-Cola. Tras crear su propia empresa para intentar mejorar la sostenibilidad de estas corporaciones, decidió fundar The Seaweed Company en 2018 en un intento de "hacer que la cadena de valor alimentaria sea más saludable y sostenible". Por su parte, Kirstensen se topó por primera vez con la idea de monetizar las algas marinas en 2015, cuando se planteó invertir en una startup que fabricaba arrecifes artificiales.
"Las algas se estaban convirtiendo en un tema interesante, no solo para los especialistas, sino también para las piscifactorías de salmón, y ahí había cierta tracción. También nos enfrentamos a la tecnología de cultivo de algas existente: acabamos utilizando los conocimientos técnicos de los arrecifes, porque las algas crecían muy densamente en estas estructuras verticales. Solicité algunas patentes y fue entonces cuando nació Arctic Seaweed", reflexiona
"Se trataba del impulso de construir algo de la nada, siempre había estado ahí, sólo me faltaba la idea. Cuando surgió la idea, conseguimos casi 3 millones de euros de financiación -una combinación de fondos públicos e inversores providenciales- para poder construir una granja a gran escala desde el principio", añade
"Lo hicimos. Fracasó. El cofundador se fue en 2018 y nos quedamos con esta gran granja en el agua, sin nadie más que yo en nómina, pero conseguimos convertirla en lo que es hoy", continúa
La aparición de Arctic Seaweed
Aunque Arctic Seaweed sigue explotando tres de sus propias granjas -con una capacidad combinada para producir entre 100 y 200 toneladas de algas al año-, éstas se destinan ahora principalmente a I+D, como lugares de prueba para las tecnologías que han estado desarrollando -tecnologías que ahora venden a otros cultivadores- con clientes como Royal Greenland, en Groenlandia, así como productores independientes en Noruega, Irlanda y el Reino Unido.
"Tenemos que probar lo que ocurre en distintos tipos de lugares y sacar los datos, porque todo se basa en la experimentación y la I+D, y siempre nos fijamos objetivos ambiciosos para la próxima temporada", explica Kristensen.
"Nos centramos en desarrollar tecnologías para el cultivo de la caña de azúcar, que ahora vendemos a otros agricultores
"Nos centramos en desarrollar una tecnología escalable. Lo que hemos desarrollado es una plataforma en la que todo se basa en la siembra directa. Sin eso no podríamos escalar y la escalabilidad es el principio básico de lo que hacemos"
El resultado es un sistema de cultivo integrado llave en mano que ha demostrado ser replicable en múltiples geografías y para múltiples especies.
"Es un sistema robusto que aguanta bien los golpes, pero que también puede utilizarse en aguas tranquilas, poco profundas o profundas. Todo está estandarizado para que se puedan utilizar los mismos principios y procesos", subraya Kristensen.
Sin embargo, no todo ha sido coser y cantar
"Tuvimos problemas al principio. Teníamos un piloto que funcionó magníficamente en 2016-17 y pensamos que podríamos escalarlo hasta el infinito, pero no pudimos y no sabíamos muy bien por qué. Todos éramos ingenieros y no teníamos biólogos marinos. Tardamos tres o cuatro temporadas en descubrir cuál era el problema: era biológico, y cuando tuvimos al primer biólogo marino en el equipo todo cambió. Por fin descubrimos lo que teníamos que hacer y desde entonces nos hemos basado en ello: probar el concepto y alcanzar nuestros objetivos de KPI con la siembra directa en términos de previsibilidad y rendimiento", reflexiona
Sin embargo, ahora considera que el sistema de cultivo del que han sido pioneros se ha validado completamente.
"El tamaño y la calidad de las plantas que obtenemos ahora con la siembra directa son excelentes y ahora podemos desplegar 24.000 m de líneas en dos horas. Con el cordel nunca se conseguiría eso", señala Kirstensen.
Esto se basa en un sistema escalable y modular que permite instalar hasta 24.000 m de líneas por hectárea. También han aumentado su capacidad de recolección, llegando a 29 toneladas en un solo día. Actualmente, el cuello de botella está en el procesado y envasado de las algas directamente después de la recolección.
"Todo se hace mediante siembra directa, lo que significa que no hay limitaciones en cuanto a capacidad o rendimiento. Hemos construido máquinas para la siembra directa, por lo que sembramos varias líneas en paralelo. Hemos construido máquinas para montar nuestras estructuras antes de desplegarlas. También hemos construido máquinas para cosechar. Y hemos desarrollado varios protocolos y recetas para estabilizar las algas", explica
La historia de The Seaweed Company
Como compañera pionera, The Seaweed Company también se vio obligada inicialmente a probar la integración vertical, debido a la falta de actores en toda la cadena de valor, incluido el cultivo de sus propias algas en Irlanda y los Países Bajos.
"Cuando empezamos en 2018 tuvimos que hacerlo todo -desde la producción de semillas hasta la salida al mercado-, porque no había mucho mercado para las algas
"Cuando empezamos en 2018 tuvimos que hacerlo todo -desde la producción de semillas, hasta la comercialización- porque no había mucha industria de algas marinas fuera de Asia, así que no había nada que externalizar", reflexiona Wouters.
"Pero en cuanto pudimos, siempre quisimos trabajar con socios, para que todos pudieran desempeñar el mejor papel", añade.
En consecuencia, en cuanto hubo mejores opciones disponibles, la empresa las aprovechó y, en primer lugar, traspasó la producción de semillas a Hortimare, otro especialista holandés
Sin embargo, al mismo tiempo, continuaron trabajando para llenar los vacíos en la cadena de valor por sí mismos y recientemente decidieron invertir en su propia unidad de procesamiento, de nuevo con socios tecnológicos, -con un enfoque en el secado de algas marinas- debido a la falta de alternativas en Europa, que abrieron recientemente en Irlanda.
Una clara estrategia de comercialización
A pesar de la enorme variedad de aplicaciones posibles de las algas, Wouters está convencido de que centrarse en el sector alimentario será el camino a seguir en un futuro próximo y, actualmente, la empresa se está centrando en sustituir un porcentaje de la carne picada de vacuno por algas marinas, creando un producto híbrido, denominado SeaMeat.
"Es una propuesta muy sólida y pertinente, ya que las empresas que necesitan reducir sus emisiones de alcance 3 pueden sustituir fácilmente un determinado porcentaje de su carne sin cambiar sus recetas y sin diferencias de precio. Así es como se consigue un impacto a escala. Y ese será el objetivo principal", observa Wouters
"Si se pueden cultivar más algas a precios más bajos, entonces otras aplicaciones podrían ser posibles, pero se necesita un punto de precio tan bajo para fabricar, por ejemplo, plásticos a partir de algas marinas - y es un desperdicio de algas hermosas y nutritivas", añade.
Y está convencido de que el sector alimentario es más que suficiente para absorber el tipo de volumen de algas que se prevé cultivar en Europa en los próximos años
"Se necesitarían grandes volúmenes para influir en la alimentación. Ahora mismo no hay ningún volumen en Europa, quizá 500, 600 o 700 toneladas. Tenemos que hablar de miles y miles y miles de toneladas. Entonces sí que podremos tener un impacto", sostiene.
"Podemos sustituir parte de todos los productos de origen animal, desde la ternera al cerdo, pasando por las aves de corral y el atún, por algas marinas. La textura y el sabor son tan buenos. Si sustituimos el 25% de la carne de vacuno por algas, ahorramos 8 kg de CO2, 1.800 litros de agua y unos 25 m2 de tierra por kilogramo. Eso no lo conseguirás si pones copos de algas en el pan o en el queso; eso serían trucos", añade.
Preparación de los alimentos
Según Wouters, la respuesta ha sido muy positiva, al menos por parte de quienes han probado los productos híbridos de algas y carne
"El desarrollo del producto es muy importante. Tiene que tener el mismo precio, la misma facilidad de uso y el mismo sabor. Hemos tardado varios años en desarrollarlo, pero prácticamente lo hemos conseguido", afirma
Interesantemente, Wouters está convencido de que los minoristas, y no los consumidores, son la clave para la adopción de estos productos híbridos, a pesar de que los productos puedan ofrecer a los consumidores ventajas en cuanto a precio y salud.
"Esto no va a ser así en el futuro
"No será un cambio impulsado por los consumidores, sino un enfoque B2B en el que las empresas y los minoristas tendrán que tomar la iniciativa, algo nuevo para la mayoría de los comerciantes. Los consumidores no siempre optan por la sostenibilidad, aunque lo digan", señala.
"Para las empresas que lo compran, lo importante es el impacto medioambiental. Para los consumidores, son los beneficios para la salud: se introducen fibras en la carne, se puede reducir casi a la mitad el contenido de sal y añadir antioxidantes. No es sólo un relleno, es un valor añadido", añade
El primer gran cliente de The Seaweed Company fue Colruyt, un importante minorista belga, al que siguieron dos minoristas y empresas de servicios alimentarios de los Países Bajos, y actualmente están en conversaciones con "una gran cadena de descuento alemana".
Otro gran avance ha sido la introducción de fibras en la carne
Otro gran avance es que uno de sus clientes del sector alimentario se ha comprometido a incluir un 10% de algas en todos sus productos de carne picada
"Todos ellos están luchando con sus obligaciones legales para reducir sus emisiones de alcance 3, por lo que esta es una solución muy interesante para ellos", señala Wouters.
"Necesitamos muchas algas marinas
"Necesitamos muchas algas, necesitamos un producto estable a un precio competitivo. No puede ser más caro que los ingredientes actuales. En el momento en que seamos más baratos que la carne, todas las métricas de impacto y los beneficios para la salud son casi como un añadido, ya que así es como funciona el mercado", añade.
Desafíos pendientes
Aunque cada empresa intenta especializarse, hay áreas en las que su trabajo se solapa directamente. Y uno de los retos clave que ambas buscan resolver es cómo garantizar la disponibilidad de algas marinas de alta calidad durante la mayor parte del año posible, ya que actualmente la recolección es muy estacional y los procesos de conservación necesitan afinarse.
"Las especies de algas que se cultivan actualmente tienden a cosecharse en las mismas épocas. Así que sólo podemos utilizar nuestro secadero durante uno o dos meses al año, lo cual no es lo ideal". Kim trabaja ahora para conservar las algas de modo que podamos repartir ese tiempo de procesamiento. Ya se han dado los primeros pasos y parecen muy prometedores", señala Wouters.
Conservación de algas
La conservación ha sido un tema constante para Kristensen
"Llevamos trabajando en esto casi desde el principio. Empezamos queriendo congelar las algas, pero pronto nos dimos cuenta de que no era la mejor manera de hacerlo: requiere mucho trabajo, mucha energía y no es realmente escalable", recuerda
"Adquirimos algunas recetas y técnicas en 2018, al adquirir participaciones significativas en una empresa danesa que había desarrollado protocolos de fermentación para algas frescas. Lo resolvimos y conseguimos hacerlo escalar, pero también aprendimos que la fermentación requiere equipos relativamente avanzados y caros y añade bastante coste al producto. Decidimos que la fermentación era demasiado compleja, así que empezamos a buscar alternativas más sencillas y baratas", continúa
"Así que hemos estado trabajando con el ensilado tradicional, al que se añade un ácido orgánico y se estabilizan las algas a un pH determinado: ni demasiado bajo, porque es demasiado ácido, ni demasiado alto, porque pueden crecer bacterias no deseadas. Queremos conservar el perfil de sabor lo mejor posible sin comprometer el perfil de sabor y la vida útil. Hemos establecido algunos protocolos", añade
Y ahora están perfeccionando una cuarta opción
"Este año hemos empezado a trabajar con salmuera y sal, una opción escalable y de bajo coste. La sal es un aditivo barato que se puede obtener en grandes cantidades en poco tiempo. Esto iba dirigido principalmente a las biorrefinerías, donde los azúcares se descomponen con ácido, lo que reduce el valor de la materia prima", explica Kristensen
Contar con una variedad de métodos de conservación significa que Arctic Seaweed puede suministrar las materias primas que mejor se adapten al usuario final, y también se han asegurado de que se puedan realizar en la misma línea de proceso.
"Podemos marcar la línea de proceso que mejor se adapte al usuario final
"Podemos marcar lo que queramos hacer ese día, o esa hora, para que el producto pueda ir a un mercado específico", dice Kristensen.
"Podemos ampliar el plazo de entrega de la materia prima a un mercado más amplio
"Podemos ampliar la disponibilidad de las algas a seis meses, sin cadena de frío. Con una cadena de frío podríamos aumentarla a 9-12 meses", añade.
Arctic Seaweed también está estudiando métodos de cultivo multiestacional
"Requiere cierto desarrollo, pero hay formas de obtener más de una temporada de una explotación, incluso aquí en Europa Occidental, imitando un poco lo que hacen en las Islas Feroe, donde tienen condiciones muy favorables y pueden cosechar durante cuatro meses al año. Estamos viendo el mismo potencial en Groenlandia y creemos que podemos imitarlo en la costa noruega, donde tenemos aguas muy profundas y una termoclina a 30-40 m que podemos aprovechar", explica Kristensen.
Cómo poner en marcha una granja de algas
Kristensen no está dispuesto a revelar el coste probable de montar una granja que utilice las tecnologías de Arctic Seaweed, pero sí deja claro que sólo es probable que sea económicamente viable si es a una escala considerable.
"Queremos ayudar a los agricultores y tenemos la ambición global de ayudar a los cultivadores de algas marinas y a otras empresas, como los promotores de la energía eólica marina, a alcanzar sus propias ambiciones. Creemos que una granja autosuficiente, para obtener una economía unitaria adecuada, necesitaría unos 300 km de línea y producir más de 2.000 toneladas por temporada de cosecha. Eso daría la posibilidad de alcanzar unos costes de producción de entre 0,50 y 0,60 euros por kilo. Si se triplica a 900 km, mejorará aún más la economía unitaria, pero la mejora no es lineal", explica
"Desde el punto de vista de la inversión, depende del modelo que elijas, pero debería ser financiable siempre que podamos encontrar la manera de tener un mercado estable y acuerdos de compra estables, lo que no creemos que sea un problema", añade
Ambos coinciden en que se trata de alcanzar la masa crítica.
"Lo que es muy importante en los próximos dos años es demostrar que existe una cadena de valor sostenible desde el punto de vista financiero", afirma Wouters.
Para lograrlo, es necesario que la cadena de valor sea sostenible desde el punto de vista financiero
Para lograrlo, la estandarización es clave, como en el sector del salmón, sostiene.
Perspectivas de futuro
A pesar de los muchos años que llevan en el sector, está claro que ambos hombres siguen muy comprometidos y también estarían encantados de que otros se involucraran.
"Se necesitan muchos conocimientos, no se trata sólo de cultivar algas y venderlas
"Se necesitan muchos conocimientos: no se trata sólo de cultivar algas y venderlas. Ese es el error que la gente ha cometido en los últimos 10 o 20 años. Las algas son uno de los cultivos más sostenibles, con oportunidades en Noruega, Groenlandia, Reino Unido e Irlanda. Aún no hemos tocado el agua, y se pueden crear muchos puestos de trabajo si lo hacemos con inteligencia", reflexiona Wouters
"El mundo necesita soluciones de impacto y las algas pueden desempeñar un papel importantísimo. Las costas están muy infrautilizadas. La pesca está muriendo. Y hay mucho espacio: no hay competencia, así que, por favor, únanse", añade.
"Queremos tener impacto haciendo posible que una industria crezca con lo que hemos desarrollado. Lo que está haciendo The Seaweed Company tiene mucho sentido. Su SeaMeat es un producto fantástico; lo he probado y me ha encantado, y puedo ver cómo funciona. Ahora se trata de conseguir los volúmenes necesarios para apoyar este crecimiento. Tenemos que demostrar que disponemos de la biomasa necesaria para lograrlo", afirma Kristensen
Ambos creen que la masa crítica se alcanzará en poco tiempo. Pero también son conscientes del enorme aumento de escala que será necesario para conseguirlo.
"Con cuatro o cinco grandes acuerdos de compra podemos crecer hasta proporcionar los volúmenes necesarios. Para cubrir toda la carne de, por ejemplo, un Aldi, necesitaríamos diez veces las granjas que Kim tiene ahora. Y aunque quisieran tener algas mañana, no las tendrían. Siempre hay un desfase de uno, dos o tres años para aprender el lugar y cómo trabajar con él", reflexiona Wouters
"El punto de inflexión llegará en el momento en que hayamos validado toda esta cadena de valor, entonces la ampliación será pan comido: sabremos cómo cultivar y cosechar las algas, dónde comprarlas y dónde colocarlas. Creo que lo conseguiremos en los próximos cinco años", añade
"Estamos listos para empezar, pero necesitamos un gran avance en el mercado. Algún tipo de compromiso que respalde las inversiones necesarias para crear capacidad. Creemos que ya disponemos de la tecnología necesaria para cultivar al menos 25.000 toneladas de algas en un plazo relativamente corto". Ambas empresas han subido el listón, pero tenemos que superar el último obstáculo y convertir esto en una industria", concluye Kristensen