Fue en 2018 cuando convencieron a Dobbins, que había vendido recientemente las primeras granjas comerciales de algas marinas en Estados Unidos, para que se uniera a WWF como director sénior de inversiones de impacto, en un momento en el que la organización comenzaba su primera incursión significativa en las algas marinas.
La organización benéfica de conservación había recibido algunos fondos de investigación para estudiar el espacio
La organización benéfica dedicada a la conservación había recibido fondos para investigar el sector y Dobbins se sintió tentado a salir de su retiro tras dejar Ocean Approved (que más tarde pasó a llamarse Atlantic Sea Farms) por la oportunidad de canalizar sus conocimientos sobre inversión y agricultura hacia la promoción de un sector en el que seguía creyendo firmemente.
"La razón por la que empecé en las algas fue para crear empleo. Había hecho carrera en biotecnología y había creado puestos de trabajo en todo el mundo, y ahora quería crear puestos de trabajo en la costa de Maine. Los activos de la zona incluían una mano de obra [pesquera] altamente cualificada y experimentada que ya estaba capitalizada con los componentes más caros -barcos y motores- y que tiene un tiempo de inactividad importante en invierno. Por eso nos dedicamos al cultivo de algas", explica.
"Le dije a mi junta directiva que lo haría durante 10 años, pero una vez que supiéramos que el modelo funcionaba y que podíamos entregárselo a los pescadores, entonces sí que quería retirarme. En la primavera de ese año ya habíamos dado nuestros primeros cheques a pescadores que ahora también se dedicaban a la agricultura: sabía que podíamos hacerlo y le pasé el testigo a mi consejera, Brianna Warner", recuerda.
La elección de Warner fue, reflexiona Dobbins, muy acorde con el sector de las algas en general.
"Las algas son la única industria del océano dominada por mujeres y, lo interesante, es que en las nuevas costas para el cultivo de algas está resultando lo mismo. Hay más mujeres cultivadoras de algas y más mujeres procesadoras y más mujeres investigadoras que hombres: es fascinante", explica.
"Es por una razón u otra
"En las distintas costas se hace por motivos diferentes, pero hay un hilo conductor: es una industria extractiva, pero al mismo tiempo es restauradora. Es un alimento sano, es bueno para el medio ambiente y es algo a lo que pueden dedicarse las mujeres. Mientras que a veces, ya sea por razones culturales o por consecuencias involuntarias de la normativa, las mujeres no pueden entrar en las industrias marinas", prosigue.
"En Indonesia, los hombres pescan en alta mar -es una cuestión cultural-, pero el cultivo de algas, que está más cerca de la costa, funciona bien para las mujeres que cuidan de sus familias. En nuestras costas, en cambio, hay que esperar mucho para obtener una licencia de pesca de langosta, pero el cultivo de algas permite a las mujeres trabajar en el agua si lo desean. Nuestra primera oficial en nuestra granja de mejillones, Colleen Frankie, tiene un marido que es pescador de langosta, mientras que ella es cultivadora de algas, porque no puede conseguir una licencia de langosta pero quiere trabajar en el agua", añade.
Oportunidades de mercado
Una de las primeras acciones de Dobbins al incorporarse a WWF fue participar en un estudio exhaustivo de los sectores de las algas marinas en 23 países de todo el mundo.
"Esto nos dio una idea de las oportunidades de mercado que existen en el sector de las algas marinas
"Esto nos dio una idea de lo que iba a hacer falta para que este sector de la producción de alimentos avanzara más allá de los seis países que representan el 98% de la producción de algas marinas", afirma.
En cuanto a los mercados, Dobbins ha sido uno de los primeros en trabajar para WWF
En cuanto a los mercados, el estudio sugiere que la alimentación del ganado es una de las aplicaciones más prometedoras de las algas.
"La mitad del grano del mundo se destina a la alimentación animal, así que si podemos sustituir parte de ese grano con un aditivo para piensos que no utilice agua dulce, tierra ni pesticidas, será una auténtica victoria. Y también supone una oportunidad para la salud animal", señala
Un segundo mercado señalado por el estudio es el de la sustitución de envases derivados del petróleo, como los plásticos convencionales. Aunque Dobbins es realista en cuanto a los retos que hay que superar para sustituir un producto tan versátil como el plástico -y que es eminentemente adecuado para tratar productos húmedos-, también es optimista en cuanto a que puede hacerse para muchos usos.
"Me encanta la frase 'no hay ideas nuevas': en los años 30, en el Reino Unido, todo el celofán se fabricaba con materias primas de algas marinas. Hay una gran oportunidad de volver a hacerlo", señala.
"Aunque las materias primas de algas marinas no puedan cumplir las especificaciones técnicas de algunos tipos de envases convencionales, quizá sí puedan hacerlo para productos de especificaciones más bajas, como camisas o bolsas de la compra", añade.
La tercera oportunidad destacada por WWF es el uso de las algas como fuente de proteínas para la alimentación humana
"Hablar con las empresas de carne alternativa. Parte del problema que tienen con la proteína de garbanzo es que no sabe muy bien y se necesitan colorantes para enmascararla, lo que le da lo que la industria alimentaria llama una 'etiqueta sucia', es decir, que contiene muchos ingredientes. Pero con las proteínas de algas marinas no se necesita esa máscara de sabor ni tantos colorantes. El reto es encontrar algo que hacer con los carbohidratos una vez que has eliminado la proteína", explica
Licencia social para las algas
Una de las áreas clave en las que está trabajando WWF es tratar de mejorar la aceptación social del cultivo de algas marinas -dado que tienen lugar en un recurso común.
"Es necesario contar con la aceptación pública para el cultivo de algas marinas
"Para cultivar en el océano se necesita la aceptación del público, lo que puede suponer una barrera importante para avanzar, por diferentes motivos en distintas calas. He visto zonas en las que las comunidades de un lado de la bahía quieren la granja y quieren los puestos de trabajo, mientras que el otro lado de la bahía dice que es su océano y no quieren apoyarlo", explica.
"Si estás en China o Corea del Norte, esas son decisiones por mandato federal y no hay muchos esquiadores acuáticos. Si estás en Maine, tenemos aguas muy concurridas -desde pescadores de langostas, hasta ricos propietarios de viviendas costeras- y lo que encontramos es que es un número muy pequeño de personas el que realmente tomará la decisión final", reflexiona.
Desde un punto de vista positivo, Dobbins observa que el sector de las algas en Maine, su estado natal, está empezando a recibir el apoyo de las familias de pescadores, algunas de las cuales ganan ahora más dinero cultivando algas fuera de temporada que con sus actividades pesqueras tradicionales. Sin embargo, añade que algunos pescadores están siendo reclutados por grupos contrarios a la cría de algas para limitar el desarrollo del sector.
"Es la política
"Es política, es corazón y mente y ése -creo- es nuestro mayor reto", añade Dobbins, razón por la cual cerca del 60 por ciento del fondo para algas marinas de WWF se destina a aprender más sobre el tema, a buscar ejemplos positivos de otras industrias y a conseguir la aceptación del público.
"Gran parte de esta financiación se destina a aprender más sobre el tema, a buscar ejemplos positivos de otras industrias y a conseguir la aceptación del público"
"Gran parte de esta financiación se destina a formar pequeños grupos comunitarios locales que quieran debatir esta cuestión", explica.
Financiación de nuevas empresas prometedoras
Mientras tanto, una parte significativa del 40% restante del presupuesto de algas marinas de WWF se canaliza hacia lo que Dobbins denomina "inversiones catalizadoras" en empresas que tienen el potencial de llevar a la industria al siguiente nivel.
"Las inversiones realmente completan piezas del rompecabezas que son necesarias para hacer avanzar la industria", explica
"Las inversiones realmente completan las piezas del rompecabezas que se necesitan para hacer avanzar el sector", explica. "Contemplamos un ciclo de inversión de entre 7 y 10 años -la innovación en el océano lleva un poco de tiempo, sobre todo cuando se trata de biología y estaciones-, aunque ya hemos visto algunos resultados prometedores.
La primera de estas inversiones fue en Ocean Rainforest, pionera feroesa en el cultivo de algas
"Uno de los proyectos que Ocean Rainforest está investigando consiste en colocar granjas en entornos de mayor energía. Las plataformas no sólo sobrevivieron, sino que obtuvieron grandes rendimientos que pudieron cosecharse. Esto demuestra que se puede cultivar en entornos de alta energía y, si se puede cultivar más lejos de las costas, es probable que las granjas sean más aceptadas por el público", señala
La segunda fue en Oceanium, que está desarrollando una biorrefinería cerca de Oban, en Escocia.
"Están desarrollando una biorrefinería cerca de Oban, en Escocia
"Están desarrollando un proceso ecológico de biorrefinería en cascada que extraerá diferentes materias primas de las algas marinas, de modo que haya muy pocos residuos. Se trata de una serie de mercados en los que el uso de algas tendrá un impacto menor en el medio ambiente que las materias primas actuales, lo cual es muy interesante, aunque todavía están investigando mucho. No es fácil, pero nuestro papel es apoyar a las empresas que se esfuerzan. Cuando desarrollen su proceso y pongan en marcha plantas piloto, se creará una importante demanda de algas marinas, lo que permitirá a más agricultores meterse en el agua", explica Dobbins.
WWF es una de las empresas más importantes del mundo en la producción de algas marinas
La tercera inversión de WWF fue en Seaweed Solutions, con sede en Trondheim (Noruega)
"Noruega es el segundo país del mundo en el que más algas marinas se cultivan
"Noruega es el segundo país del mundo con la costa más larga y allí existe una gran oportunidad para desarrollar la acuicultura de algas marinas (es la cuna de la cría del salmón y un país que mira al océano), y Seaweed Solutions está invirtiendo muchos recursos en el desarrollo de viveros. Nuestra recaudación se destinará a ampliar su capacidad para que otros agricultores tengan la oportunidad de cultivar algas marinas", reflexiona.
Dobbins añade que actualmente están estudiando la posibilidad de realizar más inversiones en diversas partes de la cadena de valor, centrándose en el procesamiento innovador, la aceptación pública y la educación de los niños
Por último, el resto de los esfuerzos de la organización benéfica se destina al "trabajo programático tradicional", como iniciativas educativas y excursiones de agricultores.
Cuestiones tecnológicas
Como agricultor pionero en el cultivo de algas, también es consciente de que hay que superar una serie de barreras tecnológicas, especialmente en Occidente.
Por ejemplo, el cultivo de algas marinas en el norte de Europa
De hecho, señala que los niveles de productividad en Occidente están muy por detrás de los que se están alcanzando cultivando especies de algas similares en Asia.
La producción de algas marinas en Occidente está muy por detrás de la de Asia
"En Corea, los agricultores producen hasta 28 kg de algas por metro de línea, mientras que los de Maine dan saltos de alegría si consiguen producir entre 3 y 4 kg por metro. Hay una granja en la bahía de Tokio que tiene 350 años, así que ya saben cómo cultivar, mientras que nosotros [en Maine] llevamos 14 años haciéndolo. Tenemos que desarrollar ese pulgar azul", reflexiona
También señala la larga selección de cepas específicas de algas en Asia
"No es CRISPR Cas-9 ni OGM, es cría selectiva y por eso Corea y Japón obtienen rendimientos tan altos, pero la cría selectiva apenas está comenzando en el hemisferio occidental", observa.
Dobbins sigue de cerca una serie de proyectos cuyo objetivo actual es mejorar la genética de las algas marinas, como la iniciativa SeaMark, financiada por Horizonte 20-20, que consiste en aprovechar la experiencia que la cervecera Carlsberg ha desarrollado con la cebada y tratar de aplicarla a las algas marinas.
"Hay lecciones que aprender sobre la genética de las algas marinas
"Hay lecciones que aprender de 10.000 años de cultivo agrícola y tomar lo mejor de lo que han hecho y aplicarlo a las algas marinas"
Dice Dobbins
Por otra parte, también hay que mejorar las técnicas de cultivo, sobre todo en Occidente, y Dobbins señala que WWF también está ayudando a financiar varios proyectos en ese campo, pero confía en que estos retos se superen con relativa rapidez, permitiendo el aumento de la producción, el procesamiento cada vez más avanzado de los productos acabados y la evolución de los mercados con el paso del tiempo.